sábado, septiembre 24, 2005

Seguridad y Medidas Políticas
El reciente suceso en el estadio Malvinas Argentinas sirve para ilustrar la casi negligencia con la que se maneja la seguridad en la provincia de Mendoza y la brecha moral que separa a gran parte de los políticos del resto de los ciudadanos.
La negligencia en el manejo de la seguridad no viene reflejada por el accidente que involucrara al cabo Maldonado y al jugador de fútbol Azcurra. Quien haya visto las imágenes claramente puede notar que no se trata de un caso de ‘gatillo fácil’, y además puede ver que gran parte de la responsabilidad cae sobre los jugadores (al intervenir negligentemente en el accionar policial que intentaba reestablecer el orden y la seguridad). Esta tragedia sirve para resaltar dos hechos, al menos. Los errores de planeamiento de la estrategia de seguridad y el instinto de conservación de los políticos.

Errores estratégicos

Antes del incidente del Malvinas Argentinas, dos noticias daban cuenta de los problemas en las fuerzas de seguridad de la provincia. La primera fue la eliminación de un examen de ingreso a los institutos de seguridad. La razón de su supresión no fue que se implementó una nueva metodología de selección más severa y actualizada, sino que muchos postulantes no lograban pasar el examen. Ante esto, la natural reacción del funcionario encargado fue lo que es natural en el accionar diario de muchos funcionarios: nivelar hacia abajo. "Si muchos no pueden entrar, entonces saquemos el examen para que entren". No importa la capacidad que tengan. No importa si se esfuerzan. No importa si después tendrán... un arma en sus manos.
La segunda noticia fue la queja de los comisarios respecto de los nuevos egresados de los institutos de seguridad que llegaban a la fuerza. La razón, muy válida en las fuerzas de seguridad, era que los nuevos miembros mostraban indisciplina notable y falta de respeto por la cadena de mando. Aparentemente, los funcionarios decidieron relajar esa faceta. ¿habrá sido el temor a la reacción de los padres de los ‘alumnos’ si llegaban a exigir a los cadetes? Quizá no notaron que no se trataba de un jardín de infantes. Lógicamente, la respuesta a la crítica fue que no era uno de los objetivos de los institutos de seguridad que los egresados reconocieran la cadena de mando o que se comportaran disciplinadamente.
Por desgracia, son estos egresados los que comienzan a poblar las fuerzas de seguridad. Esperemos que el fútbol no se popularice mucho más.

Instinto de conservación

Cobos trazó una analogía entre el incidente del Malvinas Argentinas y el incendio de Cromañon, en cuanto a sus consecuencias políticas para los dirigentes políticos involucrados. Fue el temor a vivir en carne propia la mirada acusadora de la opinión pública lo que lo llevó a intervenir personalmente y buscar el rápido procesamiento del Cabo Maldonado. Con celeridad, debía hacerse justicia. Rápidamente el cabo fui imputado por intento de homicidio (nuevamente: alguien por favor observe las imágenes de lo ocurrido).
Ordenó el gobernador, además, implementar una insensata política de desarme de los efectivos. ¿Por alguna razón pensó el gobernador que los policías tomaron una secreta decision de salir a matar hinchas y jugadores de fútbol? Cuando luego extendió la medida y les quitó los bastones y los escudos para la organización de la seguridad de los festejos del 21 de septiembre, ¿algo le hecho pensar que la policía extenderías su –imaginaria- furia contra los adolescentes?

La propuesta

La rápida respuesta del caso invita a una propuesta. Una ley que obligue a los funcionarios a vivir en barrios con altos índices de criminalidad. De esa manera, al sentirse afectados en forma cercana –como lo sintió el gobernador- las acciones y procesamientos serán virtualmente sumarias, mejorando notablemente la seguridad de los barrios.
La idea tiene, sin embargo, un par de problemas. Para cuando esto suceda, los ya mencionados egresados de los institutos de seguridad habrán aumentado sustancialmente su número. Y probablemente tarden mucho en decidirse a responder a las órdenes de sus superiores y no lleguen a tiempo para evitar los crímenes ni a capturar los delincuentes. Además, llegarían si armas. Sin siquiera un palo.